Cuánto necesita el rock, y sus verdaderos amantes, que alguien venga a hacerlo saltar todo por los aires, proclive como es a convertirse en una pieza de museo exenta de la fuerza que apenas retiene como instrumento para el cambio social. Adelantado por la derecha por otros estilos. Hace falta valor, también descaro, y precisamente esas son dos de las virtudes con las que irrumpe en escena Mattiel Brown, joven artista procedente de Atlanta actualmente embarcada en una larga gira europea junto a su banda. Volando lejos de casa con su segundo álbum, Satis Factory (Heavenly Recordings, 2019), recién salido de fábrica. Efectivamente, un fino sentido del humor también está entre sus cualidades.

Por suerte, a esta gira europea habría que sumarle numerosas fechas en nuestro país, que recorre de punta a punta gracias a Miel de Moscas. Dada la época, sus conciertos se vienen sucediendo mayoritariamente en festivales (el reciente Sinsal entre ellos), pero hay lugar para todo. Hoy nos ocupa su parada del pasado viernes en la capital, una cita perteneciente al siempre interesante ciclo Voces Femeninas SON Estrella Galicia. Así, llegaba el fin de semana en Madrid y la calurosa noche se presentaba ideal para los que comienzan a echar de menos la cercanía y la autenticidad de los conciertos en sala, cara a cara con la banda sin mayores pirotecnias. Pasadas las nueve de la noche, nos adentrábamos una vez más en las profundidades de la Sala 0 del Palacio de la Prensa para conocer de cerca un talento que llegaba con varios ases bajo la manga.

La banda, todo hombres, saltaba al escenario con ropa de mujer y la clara intención de reventar los roles de género. No durante un momento a modo golpe de efecto, sino para todo el concierto. Lo propio, en sentido contrario, haría Mattiel unos instantes después, tal y como sucede en el videoclip de una de sus últimas canciones, ‘Je ne me connais pas’. Un tema, por cierto, que representa a la perfección lo que está suponiendo este nuevo álbum, que tras un debut homónimo de reminiscencias folk presenta el salto de una artista con sensibilidad pop y tremendo sonido retro, consiguiendo sonar añeja con la mirada puesta en el futuro. “Música vieja con zapatos nuevos”, podríamos decir, robándole la frase a los catalanes Mujeres. Las canciones de Satis Factory son formalmente heterogéneas pero conjuntan a la perfección gracias al hilo conductor que supone la personalidad de Mattiel.

La estadounidense daba comienzo al show retomando varios temas de su primer disco como ‘Send it on over’ o ‘Not today’, calentamiento perfecto (ojo a su penetrante voz) ante la sucesión de hits que vendrían a continuación. La citada ‘Je ne me connais pas’, el dream pop de ‘Millionaire’ o los potentes e irónicamente reivindicativos estribillos de ‘Food for thought’, rompiendo los esquemas de la vida moderna. Canciones que parecen éxitos inmediatos, sin tiempo de cocción. 

La pasión sobre el escenario estaba ya desbordada mediado el setlist y afrontábamos la recta final con temas de la intensidad de ‘Berlin Weekend’ o la profundidad de ‘Count your blessings’. El público lo pedía y hubo más, con un breve bis y una mirada a The Velvet Underground. Mattiel lo tiene todo, incluso lo más importante: personalidad y un mensaje que ofrecer. Una artista con talento desbordante que sabe cómo mantener la tensión a golpe de canciones totales.