Nacho Vegas Sala Capitol Santiago de Compostela 1

Una hora antes de que comience el concierto la cola de fans da la vuelta a la manzana. Tal es el fervor que desata Nacho Vegas. El asturiano regresa al Ciclo SON Estrella Galicia con «Canciones Populistas«, un EP que cabalga entre el pop intimista y la reivindicación política. El indie es la nueva canción protesta, y ostenta el título con entusiasmo y carácter propio.

La Sala Capitol se llena hasta la bandera -literalmente- y entre el público la variedad es palpable: los más jóvenes no cumplen los 20, los que peinan canas ya peinan bastantes, y hay estilismos de toda clase y condición entre el respetable. El eclecticismo como bandera.

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Comienza el concierto y llega la primera sorpresa: sobre el escenario hay casi tanta gente como en la sala, la envergadura de la banda sobrepasa con creces la media. El enorme coro acompaña a Vegas con los primeros acordes de «Canción para la PAH» y desde ese momento el público toma el relevo emocionado. Los coros saltan del escenario a la platea a gritos. Compostela se transforma en “Ciudad Vampira”.

Los fantasmas que llegan al tercer tema encienden un ritmo a caballo entre el folk y el pop que se convierte en pegadizo y hace que todos los pies se muevan al unísono.

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18 personas coreando a la vez «Runrún”, el tema que dio título a “Resituación«, sobre el escenario son muchas personas… Y si les sumas el Sold Out de la sala el coro se antoja infinito.

«Esta canción no habla de Albert Rivera«, explica Vegas mientras el público corea emocionado «Ámenme, soy un liberal«, el tema convertido en himno generacional a velocidad luz. Una canción que lo tiene todo para transformarse en símbolo: reivindicación política, humor negro y ritmo pegadizo con estribillo imposible de olvidar.

«La siguiente canción está inspirada en una melodía tradicional de Asturias», anuncia un Nacho Vegas que se siente ya arropado por el público, y se arranca: «… ya se fue mi amor, ya no volverá…» San Valentín se hace hueco incluso en un concierto tan reivindicativo de la mano de “Taberneros”.

La banda, con un Abraham Boba (León Benavente) en estado de gracia a los teclados encaran un tema tras otro con entusiasmo. «Actores poco memorables» consigue sonrisas y brazos en alto en el primer acorde, y a estas alturas de la noche la sala está ya entusiasmada con el concierto, que lleva un ritmo cartesiano y premeditadamente constante: allegro ma non troppo.

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«Tracé un ambicioso plan: consistía en sobrevivir» canta Nacho Vegas mientras entre el público ya no queda nadie capaz de mantenerse quieto sin bailar. “Nuevos planes, idénticas estrategias” sobrecoge y convence.

El proyector que convierte el escenario en todo un espectáculo cambia de imagen y lanza nueva luz sobre el directo. «This machine kills fascists» puede leerse sobre una enorme guitarra. Ese es el espíritu que campa en la sala, heredero de la mejor canción protesta de los 60 y 70 con el toque de humor negro y agridulce necesario para convertirse en contemporáneo.

«Es un placer terminar aquí la gira«, se despide Nacho Vegas emocionado y sonriente, y comienza «La Gran Broma Final«.

Un par de bises después y con “Michi Panero” resonando todavía el concierto ha terminado, con el público en pie ovacionando al artista y la sensación de que la nueva etapa inaugurada por Nacho Vegas será próspera y productiva.