Hay noches que están hechas para el rock, y esta fue una de ellas. El Garufa Club se convirtió en un hervidero de riffs de guitarra y sonido de la América profunda y el público respondió como nunca, coreando hasta la última nota con auténtica devoción. Y es que hay profetas que no pueden obviarse, y Chuck Prophet es uno de ellos.

Activo desde los 80, y pro-activo como pocos en los 2000, Chuck Prophet es uno de los grandes popes del roots rock americano, pero su sonido va mucho más allá de las raíces clásicas. Capaz de mezclar como pocos los clásicos atemporales con un suave toque pop sin perder la esencia genuina, aterrizaba en el escenario del Garufa Club dispuesto a presentar su último trabajo, “Night Surfer”, que salió a la luz el pasado otoño. Y como los buenos predicadores, logró convencer al respetable con su incontestable palabra.

Teloneados magníficamente por Jonah Tolchan, la noche arrancó fuerte  para Chuck Prophet–la banda no es manca, y desprenden coordinación y compadreo, se conocen, se anticipan, y eso hace que el sonido mejore-, y ya en el tercer tema, “Wish Me Luck”, el single estrella del nuevo trabajo de Prophet, lograba que el público se acercase a primera fila atraídos por un ritmo incuestionable.

El artista lo tenía claro: para convencer hay que bajar a la arena, y eso hizo. Con apenas dos palabras en castellano, pero haciéndose entender estupendamente, se acercó a los oyentes. De forma literal, incluso, bajando un par de escalones del escenario para enardecer a las masas, y lográndolo.

“Temple Beautiful”, single de su anterior trabajo homónimo, convirtió la pista del Garufa Club en un enorme coro, que llegaba a veces a eclipsar incluso el sonido de los instrumentos. Había feeling con el público y eso convirtió a la banda en reina indiscutible del baile –hubo incluso quien se marcó alguno agarrado, al más puro estilo country-.

Y es que la noche dio para mucho. Dio para presentar los nuevos temas, y también para vivir momentos con un claro sabor de la América profunda, como el dúo maravilloso de “Little Girl, Little Boy”, del álbum “Temple Beautiful”, en el que la voz femenina corrió a cargo de la teclista, Jennifer Fisch. Imposible no recordar aquellos duetos de Johnny Cash y June Carter.

Fisch demostró por que la dulzura no tiene incompatibilidad alguna con la fuera en un precioso tema en solitario, que marcó el impás del directo. Desde ese momento y hasta el final la banda no dejó de pedir coros al público, y este de entregarlos. Mientras, Prophet y su bajista jugaban sobre el escenario a convertir en oro sonoro unos cuantos riffs. Y la sala aplaudía.

Tanto, y tan alto, que tuvieron que conceder bises, claro. Tres temas más, cerrando con “You Did”, en los que el público siguió ofreciendo soporte como coro imparable. Es el poder de la palabra, que enardece masas y calma a las fieras. Y los buenos profetas lo saben.

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